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La Plata: Le hizo juicio por ruidos molestos al «telo» que tenía al lado de su casa y lo ganó

“Muchos me decían que por qué no me mudaba. Que por qué no me iba a vivir a un lugar más tranquilo y dejaba de vivir en este lugar para no sufrir más, pero yo no quería resignarme e irme, tenía el lugar para vivir cómodo.

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Foto: El protagonista de la historia con final feliz y, como telón de fondo, el hotel alojamiento al que demandó.

Los sobrinos más chicos no podían visitarlo en su casa de La Plata. Los nietos de sus amigos más cercanos, tampoco. Esos amigos se reían la primera y hasta la segunda vez que eran testigos de lo que pasaba, pero a la tercera ya les parecía que no era tan gracioso. Alguna mujer con la que salía conoció en detalle su padecimiento, en la intimidad de esa casa que se había convertido en un infierno.

Jorge Ruiz vuelve a los recuerdos de cómo le ganó un juicio por daños y perjuicios al hotel alojamiento del que todavía es vecino con la voz y las palabras yendo y viniendo de dos sensaciones: el alivio porque finalmente ya no lidia con los ruidos molestos con los cuales, asegura, “era imposible vivir”, y esa especie de escalofrío capaz de resetear y traer al presente cualquier trauma que una persona haya atravesado.

“Muchos me decían que por qué no me mudaba. Que por qué no me iba a vivir a un lugar más tranquilo y dejaba de vivir en este lugar para no sufrir más, pero yo no quería resignarme e irme, tenía el lugar para vivir cómodo. No fue fácil todo el proceso, pero valió la pena”, dice Jorge desde La Plata.

Hace un tiempo, después de que la Justicia le diera la razón en su conflicto con el Hotel Uno, se mudó pero dentro de la misma propiedad horizontal: “Antes vivía al fondo del pasillo, ahora mi casa da a la calle, pero sigo lindando con el hotel”, describe Jorge, que tiene 65 años y es empleado administrativo.

A mitad de camino entre la cancha de Estudiantes y el Bosque, donde es local Gimnasia, en pleno barrio Mondongo y a tres cuadras de donde empieza “oficialmente” la llamada Zona Roja, Jorge Ruiz convivió durante años con ruidos que sólo pudo amortiguar -ni siquiera callar completamente- a través de un juicio civil que le hizo percibir una indemnización de alrededor de 700.000 pesos (casi 24.000 dólares blue). La sentencia fue de 2018 pero el pago y el traslado del lavadero se produjo en 2019, hace cinco años.

“El hotel rodea a nuestros departamentos por un costado y por el otro. La hijita de una vecina más de una vez le dijo a la mamá que estaba segura de que estaban golpeando a una mujer por los gritos que escuchaba”, describe Ruiz al empezar a rememorar aquellos días. Y enseguida anticipa: “Pero esos ruidos no eran los peores”.

El living y la habitación de la casa en la que vivía Jorge tenían, del otro lado de la medianera, el lavadero del hotel alojamiento del que era (demasiado) vecino: “Este tipo de lugares cambian las sábanas cada vez que entra una pareja nueva. Hay turnos que duran dos o tres horas, así que el uso del lavadero es constante.

Lavarropas y centrifugadores industriales en una habitación sin ningún tipo de acustización y moviéndose sobre la loza. Eso era absolutamente invivible, no se podía vivir con ese ruido sonando absolutamente todo el día y toda la noche; era un infierno”, explica Jorge, y se aflige, como si resucitar su malestar llevara apenas unos segundos.

En el juicio, que fue oral aunque no es lo habitual para el fuero Civil y Comercial, declararon unas catorce o quince personas, según recuerda Jorge. “Fue muy intenso, revivir todo eso fue difícil y a la vez había que exponer la intimidad. Declaró, por ejemplo, una chica que salía conmigo: por cómo son ‘las generales de la ley’, no le deberían haber permitido declarar por la relación que nos unía, ¿pero quién podía atestiguar qué ruidos había en mi casa a las tres de la mañana si no era una persona cercana?”, explica Ruiz. La jueza habilitó el testimonio. También declararon algunos de sus amigos.

En el juicio, no sólo describió los ruidos que se escuchaban desde el lavadero, los más potentes de los que sentía del otro lado de la medianera. “También hablé de los ruidos provenientes de las habitaciones, claro. Son los ruidos que puede imaginarse cualquiera en el contexto de una relación sexual, hay gente que hace más ruidos y gente más silenciosa. A eso hay que sumarle tacos a cualquier hora y las máquinas para limpiar que se usaban inmediatamente después de cada turno. La aspiradora chocando contra los muebles y contra la pared”, reconstruye.

Además de los ruidos, la demanda daba cuenta de otros daños y perjuicios: “Mi patio estaba siempre lleno de lo que se volaba o tiraban. Imaginate desde fundas de almohada que se desprendían de la soga hasta preservativos, los sobres de esos preservativos, latas de Speed, vasos, de todo”, enumera.

Fueron unos diez años en los que, en palabras de quien resultó avalado por la Justicia, “no había manera de conseguir un poco de paz”. Llegó a esa vivienda en 2008 y recién en 2019 se retiró el lavadero de donde estaba. “El hotel sigue acá, al lado de donde vivo yo. La convivencia es ‘hola’ y ‘chau’, ni más ni menos”, describe Jorge: el sufrimiento que ya no padece eran esos lavarropas industriales y esas aspiradoras mezclados con los restos físicos de una noche de sexo ajena desparramados en su patio y el “tun-tun-tun que hace una cama en la que dos personas están teniendo relaciones”, cuenta.

Con el cambio de lugar del lavadero y la menor frecuencia con la que el hotel asignaba la habitación que lindaba con su casa, Jorge empezó a dejar atrás años de insomnio, estrés y las complicaciones gástricas que ese agobio empezó a provocarle.

“Era difícil probar el daño psicológico y físico que sufría el denunciante ante la Justicia. Con la pericia de un ingeniero que trabajó con un decibelímetro se pudo probar la intensidad de los ruidos en el lavadero y eso fue una prueba contundente”, explica Ezequiel Grasso, que fue el abogado defensor de Ruiz en el juicio que el vecino del barrio Mondongo le ganó al Hotel Uno.

En el proceso judicial hubo que dar cuenta de los daños físicos y psicológicos que sufría Jorge. “Era todo un desafío probar las complicaciones que habían desencadenado que tuviera que hacer tratamientos con un gastroenterólogo y con un psiquiatra”, cuenta Grasso. El juicio duró dos años y la prueba del decibelímetro, cuyos resultados demostraron que los ruidos eran muy superiores a los permitidos según la zonificación de ese hotel y esa vivienda de La Plata, resultó concluyente.

“Después de que el caso se hizo conocido muchísima gente me vino a preguntar por el abogado o por cómo hacer para encarar una demanda por ruidos molestos. Sobre todo personas con problemas con algún gimnasio lindero”, asegura Jorge. A Grasso se le llenó el estudio de consultas por ese motivo, pero decidió no tomarlas: lo de Ruiz, un amigo de toda la vida de su padre, era una excepción dentro de una carrera dedicada a otro tipo de casos.

“Está lleno de víctimas de ruidos molestos. Y te juro que te volvés loco. No dormir te vuelve loco. No poder descansar en tu casa te vuelve loco. Ahora puedo vivir tranquilo, es una tranquilidad enorme”, dice Jorge, y la voz se le vuelve a inclinar para el lado del alivio.

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Hallaron un cuerpo descuartizado en un descampado en la ciudad de Córdoba

Los restos humanos fueron encontrados en Av. Ramón Cárcano al 800. La Policía Judicial investiga el caso mientras se espera la llegada del gabinete pericial.

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Foto: Policía de Córdoba.

En la mañana de este viernes, un perturbador descubrimiento conmocionó al barrio Chateau Carreras, en la ciudad de Córdoba.

Restos humanos fueron hallados en un descampado ubicado en la Avenida Ramón Cárcano al 800, según informaron fuentes policiales.

El hallazgo, reportado por vecinos de la zona, motivó la rápida intervención de las autoridades, que acordonaron el lugar para preservar la escena mientras se aguarda la llegada del gabinete pericial de la Policía Judicial.

La investigación está en sus primeras etapas, y aún no se ha determinado la identidad de los restos ni las circunstancias de su aparición.

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Tragedia en Santa Cruz: cuatro muertos por un choque entre un micro y un camión

Ocurrió a ocho kilómetros de Güer Aike, en la salida de la localidad de Río Gallegos; entre las víctimas fatales se encuentra el chofer del transporte de la empresa Andesmar.

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Foto: El micro se despistó del camino, el otro vehículo sufrió un vuelco.

Un trágico choque ocurrió en la Ruta Nacional N°3, a ocho kilómetros de Güer Aike, en la salida de la localidad de Río Gallegos. El siniestro tuvo como protagonistas a un microde la empresa Andesmar y un camión. Por el momento hay cuatro muertos y decenas de heridos, mientras los servicios de emergencia continúan trabajando en la zona.

El siniestro vial fue cerca de las 20 horas de este jueves, cuando ambos vehículos impactaron a unos 8 kilómetros de Güer Aike. Luego de que se diera aviso a las autoridades, varias ambulancias trasladaron a los heridos hasta el Hospital Regional de Río Gallegos.

Las víctimas fueron trasladadas al Hospital Regional de Río Gallegos.

Según indicó el medio local La Opinión Austral, los heridos fueron trasladados en ambulancias al Hospital Regional, de la capital santacruceña. En el micro viajaban 25 personas, entre las cuales se encontraban las víctimas fatales.

Los primeros reportes de la Policía provincial aseguran que el camión embistió por detrás al micro, que había salido desde la capital santacruceña con destino al norte, y lo desvió de la calzada por más de 500 metros. Se investiga si el conductor del transporte de carga se quedó dormido al volante, mientras que las autoridades también evalúan si la ruta se encontraba en buen estado.

Los investigadores indicaron que el camión habría colisionado en la parte trasera del colectivo.

De acuerdo con el parte oficial emitido por el Gobierno de Santa Cruz, tres de las víctimas fatales del accidente fueron el conductor del camión y dos pasajeros de la empresa de viajes. Sin embargo, no se dieron a conocer sus nombres, ni edades.

Cerca de las 03:00 horas, se confirmaría la muerte de la cuarta víctima. Según la información brindada por TN, se trataba de una de las personas que había sido ingresada al área de terapia intensiva del hospital local. No obstante, no se tuvieron detalles de las heridas que había sufrido.

Respecto al resto de los heridos, se indicó que 20 de ellos presentarían heridas leves. A su vez, otros dos pacientes tuvieron que ser derivadas al quirófano, pero no se dio a conocer cuáles habrían sido los motivos de las intervenciones.

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Argentino será indemnizado porque Google Street View lo captó desnudo

En el patio de su casa en la ciudad argentina de Bragado.

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Foto: Argentino será indemnizado porque Google Street View lo captó desnudo

Un hombre que demandó a Google por captarlo desnudo con la cámara Street View en el patio de su casa en la ciudad argentina de Bragado recibirá una indemnización de 16 millones de pesos, según un fallo de la justicia difundido este jueves.

El demandante fue fotografiado de espaldas cuando el móvil del gigante tecnológico Google hacía un mapeo de la ciudad bonaerense.

La imagen mostraba el frente de la vivienda desde un ángulo tal que permitía ver al dueño de casa en el patio interior. Por norma general, la plataforma difumina los rostros, pero en este caso el sujeto, aunque desnudo, aparecía de espaldas.

La víctima supo de la existencia de la fotografía cuando fue difundida por el noticiero local y replicada por redes sociales por lo que se sintió humillado al punto de recluirse en su propiedad.

La demanda arguyó que pese a que no se mostró su rostro, la identificación del domicilio lo hizo fácilmente reconocible en esta pequeña localidad por lo que fue objeto de burlas de sus vecinos y de colegas en su trabajo.

La justicia entendió que debía ser indemnizado por violación del derecho de imagen y de intimidad por lo que fijó una compensación de $16 millones en concepto de reparación por daños a la dignidad.

La condena fue confirmada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil que rechazó recursos de Google Argentina y Google Inc.

La justicia reconoció que la empresa cuenta con los permisos para la tarea que realiza pero le ordenaron eliminar la imagen porque «nadie quiere aparecer a los ojos del universo tal como Dios lo envió al mundo», indicó el fallo.

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