Social
Día de la Enfermería: Una profesión que se reinventó
Sin lugar a dudas, este Día de la Enfermería no es uno más puesto que la realidad marca que el sistema de salud está atravesando en su conjunto por una etapa totalmente impensada. Los desafíos cotidianos evocan de alguna manera lo que sucedía con la práctica médica hace tantísimos años.
El enemigo está allí, invisible, buscando estrecharse con quienes aparecen como más vulnerables y la primera línea de contención son los enfermeros. Por eso, hoy deben ser reconocidos como este pilar central del sistema en su conjunto.
El año pasado, evocamos la figura de doña María Cornaglia de Abrate, una de las pioneras en la labor de enfermería en nuestra ciudad.
Trabajó junto a su esposo en el Sanatorio Policlínico y a partir de 1944, en el Hospital Regional recién creado, bajo la dirección del Dr. Almícar Gorosito. Confidente de todas las familias, con su alma samaritana jamás desdeñó una madrugada o una fría noche de invierno para correr hacia sus pacientes. Narradora de cuentos de su invención para entretener y arrancar una sonrisa a los enfermos; a veces era buscada por ese motivo, más que para calmar un dolor físico.
Jubilada en 1962, continuó ejerciendo en forma particular. Obtuvo numerosos homenajes de médicos, enfermeras, compañeros de trabajo. Hay quienes le han dedicado poemas: “María Calmadolores” y “María de Sunchales”, este último nombre la define con lazos de pertenencia porque toda la ciudad la siente así.
Las técnicas y prácticas, han ido cambiando, junto a los conocimientos que poseen quienes ejercen esta noble profesión. No obstante, este año podemos traer a nuestra memoria la historia de Doña Clementina Moggio, quien no era Enfermera como tal, recibida pero cumplía dicha función en los albores de Sunchales de la década del ´40. Así, la relató nuestro querido Basilio María Donato:
(REP 109) – Había corrido, por el pueblo, la voz de que Doña Clementina se hallaba un tanto enferma.
¿Quién era Doña Clementina Moggio? La suelda huesos y recalcaduras de todos los jugadores de fútbol del cuarto decenio del siglo, lesionados por el entusiasta balompié.
Los muchachos de aquellos tiempos jugaban por pasión a los colores de su club y no por el sueldo, ni por extras al entrar a la cancha y salir con goles anotados o el partido ganado, sino por el entusiasmo del deporte en si, movidos por el afán de meter cuantas veces fuere posible, la pelota entre los tres palos.
En medio de este entusiasmo solían sufrir en la cancha algunos encontronazos, golpes, recalcaduras y algún puntapié servido generosamente sin mala intención y entonces recurrían a los desinteresados servicios asistenciales de Doña Clementina Moggio, enfermera diplomada en Italia, experta, solícita siempre, abundosa en consejos útiles tan generosa que no cobraba al paciente, el huevo que empleaba, ni el aceite para hacer mediante fricciones, volver los huesos a sus sitios y el vendaje de un metatarso fracturado, cuando no una costilla astillada por un puño traidor que el réferi no advirtió.
Era el consuelo de los lesionados por el juego del balompié, la necesidad también satisfecha, pues los médicos cobraban mucho y la institución no poseía servicios médicos y cada jugador se las arreglaba como podía, siempre entusiasta por mantener bien en alto el prestigio del club Deportivo, Cultural y Social de sus amores.
Quedan muchos recuerdos de Doña Clementina que, los veteranos del fútbol sunchalense, recordarán al leer estas notas y podrán contar con más de una anécdota de tan buena y generosa mujer, que vive si, en el recuerdo «in mente» pero que no tiene siquiera un cuadro en las salas de los viejos clubes de Sunchales, como premio a la primera enfermera del fútbol lugareño.
Fuente: Sunchales Hoy