Social
Por una falla de WhatsApp, se pueden manipular fotos y videos antes de que las vea el destinatario
El descubrimiento surgió de un estudio privado y afecta a esta aplicación y a Telegram, ambas instaladas en Android.
WhatsApp implementó hace dos años un sistema de seguridad de extremo a extremo que promete gran nivel de seguridad de las conversaciones. Sin embargo, una investigación de la firma de seguridad Symantec halló pruebas de una grave vulnerabilidad que permite manipular imágenes, vídeos y audios enviados antes de que le lleguen al destinatario.
Denominado “Media File Jacking”, el error afecta a la aplicación para Android de forma predeterminada y a Telegram para el mismo sistema operativo si ciertas funciones están habilitadas.
Según el reporte, es un ataque de tipo secuestro de imágenes y ocurre por el sistema implementado para almacenar los archivos. Las dos aplicaciones recopilan las imágenes recibidas sin una cadena de identificación que informe si han sido alteradas.
Los investigadores explican que la falla se debe al lapso entre el momento en que los archivos se reciben y cuando se cargan en la interfaz de chat de las aplicaciones. Es decir, cuando se solicita la descarga de la imagen para verla.
Los expertos creen que aunque el cifrado de extremo a extremo es un mecanismo eficaz para garantizar la seguridad de las comunicaciones, no es suficiente este sistema si existen vulnerabilidades en el código de programación.
De este modo, si el atacante accede primero a los archivos, los destinatarios verán los archivos adulterados antes que los originales. Además, la miniatura que aparece en la notificación que ven los usuarios también mostrará la imagen o el archivo manipulados, por lo que los destinatarios no tendrán ninguna indicación de que se hayan cambiado los archivos.
Fuente: Minuto Uno
Social
La historia de Juan, el hombre que vivía en la calle en Mendoza y murió de frío por no abandonar a su perro
Además, la historia de María, que cumplió su palabra de cuidarlo. El abandono, la impotencia, la solidaridad y la fidelidad, por sobre todas las cosas.

Hace una semana la Iglesia Católica de Mendoza denunciaba que dos personas en situación de calle habían muerto en Mendoza debido al frío. Una de ellas era Juan Carlos Leiva, conocido en una zona del microcentro donde muchos lo ayudaban.
No sabían cómo terminó así, pero no importaba, era cuestión de “humanidad”. Lo hicieron hasta donde pudieron, hasta último momento e incluso después.
Juan tenía 51 años, hace tiempo que dormía en la entrada de un edificio de calle Perú donde había un pequeño techo que lo resguardaba -algo al menos- de las bajas temperaturas.
“Dormía en ese edificio porque tenía techo, verano e invierno, pasaba que solían llamar a preventores y lo sacaban, entonces cuando yo llegaba en la mañana le decía, Juan despiértese que van a llamar a preventores y lo van a sacar”, lo recordó María del Carmen Navarro, una mujer de 60 años que trabaja haciendo la limpieza en un consultorio médico del edificio. Ella, que a diario pone su mayor esfuerzo para llevar adelante su propia vida, fue quien hizo todo lo posible porque Juan recibiera ayuda cuando comenzó a verlo enfermo. Pero sobre todo, no olvidó la promesa que le hizo: no dejó solo al gran compañero de Juan, su perro Sultán, por quien prefería no ir a un refugio porque no lo dejaban ir con él. Fue por lo mismo que le costó tomar la decisión de ir a un hospital cuando su salud falqueó.
Amigo fiel
“El siempre andaba con su perro, hasta que llegó este frío; el 26 de mayo llegué al trabajo, no lo vi bien, estaba con un colchoncito finito y una colchita, con los ojos llenos de lagañas, no respiraba bien, estaba agitado”, relató María rememorando aquellos momentos de angustia.
Dijo que le dijeron de ir al médico pero él no quería dejar a Sultán. Hasta que finalmente el 28 de mayo se decidió a llamar al 911 para que enviaran una ambulancia.
Había pasado más de una hora y no llegaba, eran cerca de las 9 de la mañana y ella se repartía entre sus tareas y bajar a ver cómo estaba Juan. Pasaron unos preventores en bicicleta, los alertó y comentó de la ambulancia que no llegaba. Ellos también empezaron a llamar.
“Yo lo trataba de sentar al señor porque no podía, le decía Don Juan vaya al hospital, yo le cuido el perro, pero no quería por no dejarlo, le dije que yo tengo palabra y me llevaba el perro a mi casa, balbuceando me decía que cómo lo iba a buscar después, él lo único que quería era cuidar al perro”, contó con una angustia que contagia.
“A mi se me caían las lágrimas, les decía que estaba helado, con una colchita finita sobre una colchoneta también finita, el perro tenía tres sacos puestos, pero él no tenía medias y usaba un pantalón de verano, tenía los pies y manos congeladas; así que yo me saqué mis medias y se las puse”, siguió Maria con su relato.
E hizo referencia al rechazo que sintió que sufría el hombre por su condición: “Los preventores decían que esa gente cuando los ven en la calle los insultan y yo lloraba y les decía que la Biblia dice ‘que lance la primera piedra el que esté libre de pecado’, yo no sé qué ha hecho él en la vida, esto se hace por humanidad”.
Luego llegó la ambulancia, dijo que la médica no quiso llevárselo, que le diagnosticó catarro y que debía ir al hospital. Maria y otras vecinas que ayudaban ante la situación le explicaron que no era tan fácil. Una de ellas le pidió a la médica que por favor le indicara qué medicación necesitaba, que ella la iría a comprar, pero la doctora le dijo que en la ambulancia no se hacían recetas.
Sin familia
Finalmente, María lo convenció, le prometió cuidar a Sultán en su propia casa y él aceptó ir al hospital Central.
“Le dije que me esperara en Rivadavia y Belgrano, donde él se sentaba, en toda la mañana lo fui a ver 4 veces, se caía para el costado, se dormía, estaba congelado”, prosiguió la mujer. Es que Valle, una conocida, podría ayudarla a trasladar el perro hasta su casa a las 14 y también aceptó acercar a Juan en su vehículo hasta el hospital.
Cuando se bajó en dirección a la entrada, Sultán no paró de llorar, la fidelidad era mutua.
María lo acompañó, no quería dejarlo. En el ámbito hospitalario comenzó otra historia. Primero le pedían el DNI, Juan no lo tenía, pero finalmente lo aceptaron porque recordaba el número.
Luego le dijeron a María que no podía acompañarlo, que debía ingresar solo. Y allí lo dejó, sentado en una silla de hospital, le dijo que se quedara, que no se fuera
“Caminé tres metros, le dije ‘que Dios me lo bendiga’, sus últimas palabras fueron “cuideme el perro”, recordó. “Yo tengo varios animales recogidos de la calle, le puse una casita y le traje el colchón sucio de Juan, para que no lo extrañara y a mis otros perros y gatos los tuve encerrados para que no hubiera problemas, todo lo que era suyo lo lavé y se lo dejé listo en su bolsito para cuando volviera”.
Al día siguiente fue a su trabajo rogando que no estuviera en la puerta del edificio, pensaba que no estuviera pasando frío, que no lo hubieran echado del hospital. No estaba.
Conocía una médica en el hospital y le pidió que averiguara: así supo que estaba en terapia intensiva, grave.
Pero en los hospitales no dan información si no se es familiar, así que cada vez que preguntaba era rechazada.
Pudo saber que Juan tenía un hijo que también estaba en situación de calle y decidió buscarlo. Fue a la plaza Almirante Brown, cerca del hospital, preguntó a las personas que viven allí y le dijeron que no sabían nada. También fue a consultar a quienes viven en la plaza Independencia, les pido que si sabían algo le dijera a la persona que se comunicara con ella. Volvió muchas veces porque pasa por la plaza para tomarse el colectivo para volver a su casa. No tuvo noticias.
Finalmente, tanto insistir logró hablar con un médico de terapia que le dijo que su cuadro era muy delicado, tenía Epoc, neumonía y un problema cardiaco. Dejo su telefono. Luego le dijeron que sería trasladado al hospital Scaravelli de Tunuyán, María cree que al no tener familia no había impedimento de llevarlo lejos. Pero ella no podría ir a verlo, no tiene vehículo ni puede costear el traslado.
“Llame al hospital Scaravelli a ver si me daban información y dijeron que no podían si no era pariente, les rogué y me dijeron que estaba mal, les expliqué que no había familiares, que no los encontraba, que cualquier cosa me llamaran”, narró la mujer.
“Estaba trabajando el miércoles 4 de junio y a eso de las 11 de la mañana me llaman de Tunuyán, me preguntaron si era familiar, les dije que sí, me dijeron que el señor Leiva había fallecido a las 9 de la mañana, me dio mucha tristeza , murió allá, solo”.
Promesa cumplida
Señaló que desde áreas del gobierno han argumentado que Juan no quería ir a un hogar, pero contó que no lo dejaban entrar con el perro, o que cuando se lo habían permitido le habían pegado. Incluso contó que él mismo recibió golpes y a veces, cuando iba, aparecía con moretones. También Maria cuestionó el accionar de la médica de la ambulancia: “Habría que hacerle un juicio”, apuntó. Ahora, dice que el cuerpo de Juan cree que sigue en Scaravelli, a la espera de que disponga el gobierno porque no aparecen familiares. Ella sigue esperando alguna noticia del hijo de alguna calle de la Ciudad.
“Hay que contar esta historia porque dio la vida por su perro, era su compañero de vida, el que le daba amor, da mucha bronca”, dijo Maria. Al hacerlo comparó la actitud que tiene otra gente con más recursos con los animales y dijo que una costosa camioneta pasó cerca de su casa y tiró como si nada una gatita. Ella la levantó y ahora vive en su casa. Juan no tenía nada, pero tenía un amigo y valores.
Varios pudieron darle una mano a Juan. A veces sacaba cosas fiadas de un kiosco de calle Rivadavia, y un vecino, Mauricio, iba por su cuenta y las pagaba.
Maria cumplió su palabra, tuvo varios días a Sultán en su casa pero hubo que buscarle familia, ponerlo en adopción. Y entonces apareció la familia dueña del kiosco, lo conocían desde cachorro porque andaba por la zona. La hija de los dueños le abrió las puertas de su casa al amigo fiel de Juan para que la historia tuviera al menos una parte de final feliz. Ahora tiene techo, abrigo, comida y amor. Duerme en uno de los sillones con un abriguito azul para pasar estos fríos. “Le dije a Juan que estaba cumpliendo la promesa de que Sultán tuviera un buen hogar”, afirma María.
Fuente: Los Andes
Social
Por qué hoy se celebra el Día del Locutor en Argentina
Cada 3 de julio festejan su día las grandes voces de la radio y la televisión nacional

Cada 3 de julio se celebra en Argentina el Día del Locutor. El homenaje a las grandes voces de la radio y la televisión nacional.
La fecha se eligió en 1950 porque justamente fue un 3 de julio, pero de 1943 el día que se fundó la Sociedad Argentina de Locutores (SAL). En ese momento, veintiún locutores se juntaron en la redacción de la revista Antena, ya desaparecida, en Corrientes al 800, para crear un marco que los agrupara.
La Junta Provisoria, tuvo como presidente a Pedro del Olmo y como secretario a Roberto Galán, quien luego saltó a la pantalla chica con ciclos como Si lo sabe cante y Yo me quiero casar, ¿y usted?. A ellos los acompañaron 19 colegas: Raúl Marmagno Cosentino, Ricardo Berutti, Eduardo Besnard, Ricardo Bruni, Roberto Cano, Juan Bernabé Ferreyra, Carlos Fontana, Carlos Foresti, Juan Carlos Grassi, Jorge Homar Del Río, Carlos Iglesias, Roberto Lafont, Milton Lima Mansilla, Rodolfo López Ervilha, Jaime Mas, Juan Monti, Alberto Rial, Rodolfo Torwill y Pedro Valdez.
Según cuenta el mito en la página web de la SAL, al terminar la reunión, por la madrugada, los socios fueron a festejar a una conocida pizzería de la calle Corrientes.
El mismo Galán contó alguna vez cómo se gestó aquella reunión en 1943: «La idea surgió durante un encuentro propiciado por la Dirección General de Correos y Telégrafos, que solía convocar todos los años a locutores de las principales emisoras porteñas para conducir el tradicional desfile militar del 9 de julio en la zona de Palermo. Por entonces llamaban a locutores de Belgrano, Splendid y Mundo. En las cercanías del aniversario de la independencia se nos convocó en el Regimiento 1 de Infantería Patricios. Al conocernos los locutores, nos dimos la mano, ya que estábamos distanciados y competíamos entre nosotros».
«Radio Belgrano era popular, Splendid aristocrática y El Mundo en un plano intermedio. Al primero que se le ocurrió la idea de unirnos, fue a Jorge Homar Del Río, que había concurrido por Radio El Mundo. Cuando esperábamos que nos dieran una suerte de libretos, Del Río preguntó acerca de formar una entidad que agrupara a los locutores. La propuesta gustó y yo fui a pedirle un lugar para reunirnos a Julio Korn, que tenía su editorial en un viejo edificio de la calle Corrientes 830 donde publicaba la revista Anten», siguió su recuerdo.
A partir de ahí, invitaron a demás locutores a la reunión: «En la primera noche, fue elegido Pedro del Olmo (Splendid) como presidente provisional yo, como Secretario. Esa comisión se comprometió a convocar una asamblea general y así se hizo. Esa reunión se concretó en el teatro Regina, de calle Santa Fe. Allí se eligieron las autoridades definitivas, con Juan Carlos Thorry como Presidente. Alquilamos un local en la calle Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen, entre Combate de los Pozos y Sarandí). Con unos libros que aporté inauguramos una pequeña biblioteca, compramos una máquina de escribir, abrimos un Libro de Actas. Después comenzó la gran tarea de incorporar al Interior y formar las filiales».
Fuente: Infobae
Social
La comida se renueva: polémica con el «sanguchori de miga”
Un joven tiktoker combinó dos comidas típicas y la creación fue viral.

Un tiktoker contó su experiencia durante una visita al supermercado en plena madrugada.
El joven compró varios chorizos y sándwiches de miga, y al llegar a su casa decidió combinarlos de una forma poco común.
Cómo surgió la idea de combinar los productos
“Últimamente en TikTok me vienen apareciendo muchos videos de gente que prepara hamburguesas, pero en vez de usar panes les mandan sándwiches de miga”, empezó diciendo el chico.
“La verdad que esto me parece algo fantástico y también me generó la curiosidad de probar cómo quedaría esto si en vez de usar un paty, usar un chori” reveló el tiktoker.
Luego de contar la idea que le sugirieron sus seguidores, el chico fue a un supermercado 24 horas a comprar los productos: “Me vine hasta el Carrefour Market, me agarré unos choris y unos sándwiches de miga. Me llevé unos rectangulares los cuales me sonaba que iban a quedar perfectos con el tamaño de los choris”.
“A eso de las dos y cuarto de la madrugada llegué a casa, me puse a cocinar dos de los tres choris porque tres choris ya me parecen un montón. Mientras se terminaban de preparar abrí los sándwiches de miga, agarré solamente cuatro y me quedaron dos para otra ocasión”, agregó.
Cuál fue la creación del joven tiktoker
“Armé los dichosos chorizanguches o sanguchoris, Lo que sentí mientras comía esto fue algo muy parecido a lo que sintió el primer humano que descubrió el fuego, sentí que había creado algo hermoso”, contó alegremente el joven tiktoker.
“Lo que sí recomiendo es no preparar esto tan al boleo. Preferentemente vayan a una carnicería y compren unos chorizos como la gente, que seguro va a quedar mejor y va a ser más barato. Porque si con este ‘chori trucho’ quedó espectacular, imagínate con uno bien hecho”, aseguró.
Fuente: La 100
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