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Se cumplen 7 años del asesinato de Maria Fernanda Chicco, y la homicida sigue sin ir a prisión
El 15 de febrero de 2015 era domingo. María Fernanda Chicco recibió un mensaje de texto de Rodrigo, su ex novio, y después de un intercambio de palabras, coordinaron un encuentro en el corralón de la localidad santafesina de Ceres.
Fer tenía 18 años, se había instalado en Córdoba para cumplir su sueño: estudiar cine. Ese fin de semana se celebraba el carnaval y aprovechó los feriados para volver a su pueblo y sentir el calor de la familia un rato. A la hora pactada agarró su bici y se dirigió al encuentro. Nunca más volvió.
Karen Ñañez, quien para entonces estaba saliendo con Rodrigo y se había hecho pasar por él en los mensajes, esperaba a Fernanda con un plan siniestro que pensó detalladamente. Primero le dio un puntazo con una tijera en el cuello y después la ahorcó con un alambre de púas hasta que su víctima murió. Insatisfecha, le cortó un mechón de pelo a Fernanda y antes de retirarse del lugar, se llevó sus ojotas, como un trofeo de la hazaña.
La familia Chicco pasó 48 horas buscando a su hija. Preguntando si alguien había visto a Fer, si sabían algo de ella. Le consultaron a sus vecinos, sus amigos y a sus compañeros del colegio, entre ellos, la asesina que enseguida respondió “no la vi”. Con la angustia y la preocupación de cualquier madre, Silvia se acerca a denunciar.
La mentira duró poco. El cuerpo de María Fernanda Chicco fue encontrado en un descampado cercano a la ruta 34 con su bicicleta encima. Las cámaras de seguridad mostraron lo ocurrido y también a la responsable. No quedaban dudas de quién había cometido terrible crimen.
Incluso, la adolescente había anunciado en sus redes el final de Fernanda. Cuando los investigadores ingresaron a las redes sociales de la joven, encontraron una publicación que llamó la atención: Una foto del lugar donde ocurrió el crimen y una frase directa a Fer, “Acá vas a terminar”. Tal lo que sucedió después.
Una justicia injusta
Desde entonces la causa sigue sin un final. En primera instancia, la jueza de Menores Laura Lencinas condenó a la acusada a la pena de siete años de prisión como autora del delito de Homicidio agravado por alevosía. Pero poco después, la Dirección Provincial de Justicia Penal Juvenil la dio el beneficio de ingresar al programa Libertad asistida que consistía en una medida socio educativa a raíz de la cual no cumplía condena en prisión pero tampoco tenía libertad absoluta.
“Los primeros meses fueron muy dolorosos. Quedamos destruidos y en shock, la manera en que pasó todo fue muy siniestra. Todo nuestro mundo que teníamos como familia se nos derrumbó”, cuenta Silvia Linardos, mamá de Fer que con la gentileza que la caracteriza pone en palabras todo lo que les tocó vivir.
“Durante ese tiempo leía las noticias que se publicaban, pero después todo eso empezó a hacerme muy mal. incluso dejamos de realizar marchas porque sentía que era clavar el puñal más profundo en la herida”, agregó. Además considera que “es lamentable que en este país haya que salir a reclamar justicia cada vez que se mata a un inocente”.
En pocos días se cumple siete años del crimen y el juicio continúa. Hace un año atrás, en febrero de 2021, se había logrado un fallo excepcional donde a la asesina se la condenó a 13 años de prisión con cumplimiento efectivo. Pero un mes después, la defensa de la acusada interpuso como última instancia el recurso de revisión de la pena donde interviene otro colegio de jueces de Santa Fe.
En octubre de 2021, se realizó una audiencia para resolver la apelación. La defensa y la Asesora de Menores propusieron que la joven realice tareas comunitarias relacionadas con sus estudios de medicina, en lugar de cumplir con la condena dispuesta. Para la familia Chicco no hay lógica alguna en este revés judicial. “Como madre, considero indignante y absurdo, como si fuera posible cometer semejante acto horroroso y cobarde, y pagarlo con tareas comunitarias”, cuenta Silvia quien a pesar de que la responsable de matar a su hija siga en libertad, asegura que aún conserva las esperanzas de un fallo justo.
En estos siete años Silvia, su ex marido y sus hijos pasaron por todas las emociones existentes. Bronca, dolor, impotencia, decepción, angustia, sin embargo siguieron adelante, rotos pero no vencidos.
“Cuando te quitan un ser querido injustamente, ni siquiera la mayor condena puede reparar el daño causado pero al menos lograr una condena justa aún con lo desfavorable de las leyes que se aplican en este caso, puede hacer que nuestra familia concluya un ciclo de espera angustiante. Que se reconozca el valor de la vida de nuestra hija y qu. se obligue a recuperar la dignidad a su homicida, ya que no es suficiente una eterna condena social”, dice Silvia.
Habla de condena social y es algo que caracterizó a este caso y en gran medida se debe a la fuerza de Alina Martoglio, la mejor amiga de Fer que cuando vio las trabas judiciales que tenía el juicio, armó una página de facebook llamada “Justicia x Fer” y comenzó a contar todo lo que ocurría. Teniendo en cuenta que quién le quitó la vida a su hermana del alma, seguía en Libertad.
En 2016 el nombre y la historia de Fer volvieron a tomar relevancia porque una estudiante de la Universidad Nacional de Rosario publicó en sus redes que entre los ingresantes a la carrera de óptica, se encontraba la asesina de María Fernanda Chicco en Ceres. A los estudiantes de la UNR no les gustó la noticia y de inmediato hicieron viral la publicación. En cada foto compartida agregaban “justicia social”.
Pero esa fue solo una de las tantas veces que la sociedad se encargó de remarcar quién es y qué hizo la joven porque aún hoy cuando algún usuario de redes la descubre, a pesar de que se haya cambiado el nombre en reiteradas oportunidades, trabajando, haciendo deportes, estudiando medicina, en boliches o incluso siendo convocada como presidenta de mesa en las últimas elecciones, el escrache y el enojo, vuelven.
Silvia asegura que las cosas ya no son lo que eran, sin embargo pelea contra el sistema judicial a pesar del cansancio, del tiempo y de tener el corazón roto. “Para nuestra familia fue un antes y un después, es como si te arrancaran un pedazo de tu cuerpo, te duele, pero tenes que seguir viviendo sin volver a ser el mismo”.
Cuándo hay un avance en la causa, cuando es el día del amigo, en los cumpleaños o en su aniversario, las fotos de una joven de pelo lago morocho, ojos oscuros como dos caramelos de café y una sonrisa enorme que ocupaba todo su rostro, inundan los perfiles de redes haciendo que Fer siga ahí, presente.
“Después de su partida se despertó mi curiosida. por saber qué viene después de este mundo y descubrí que nuestro espíritu no muere nunca y que evoluciona cuando mejores personas seamos en esta vida. Sé que ella está en una dimensión superior, que nos acompaña y nos da fuerzas con su luz y amor. Fer era una chica simple, con frescura, con ilusiones de un futuro como cualquier joven de su edad y con todo el derecho a vivir su vida sin que nadie se la quite”.
La familia de Fernanda, la localidad de Ceres, y muchas otras personas que no conocieron a la joven pero que aprendieron a verla mediante los pedidos de justicia, esperan después de siete largos años que la causa se cierre con una condena razonable.
Fuente: Ceres Ciudad